Convertid lo feo en bello


En la serenidad de una mirada

qué bien puede florecer

esa rosa temprana

del amor y de la fe.


Todo lo embellece con su dulce mirar,

porque el alma se enaltece

de esa armonía sin igual.


Así son las almas

y los corazones de esta humanidad

cuando se abren sin prisa, con calma,

gozando de aquello que les puede rodear.


La mirada, se queda enaltecida,

¡Suave, como la brisa se puede extender!

Y todo lo que mira… lo acaricia,

porque es parte de su ser.


¡Qué bonitas son las almas

en ese su serenar

que la alborada la enaltece

y hace todo brillar!


Sed así almas mías;

¡Enalteced todo lo de vuestro alrededor

y no dejad que entre la impureza

dentro de vuestro corazón!


¡Lo feo apartadlo!

¡Convertidlo en bello

con vuestra mirada genial,

y veréis cómo resplandece

ese Niño bello que junto a vosotros va!