AL DESPERTAR…

 

-       Que el primer pensamiento sea elevado al Padre en amor y gratitud.

-       Intentar recordar los sueños o vivencias acaecidas durante la noche que sean de utilidad a nuestro Espíritu.

-       Encomendarnos al Padre, al Maestro y nuestros hermanos superiores para que el nuevo día sea provechoso para nosotros y nuestros hermanos.

 

 

EL CAMINO…

  

1.     Entregarnos a nuestros hermanos en la meditación, predicando las verdades del Señor con amor, humildad y fe.

 

2.     Conducirnos en toda nuestra vida con rectitud en el obrar, hablar y pensar.

 

3.     Hermanarnos con todos los estamentos de la Naturaleza que nos une a Dios.

 

4.     Saber perdonar las ofensas de nuestros semejantes, comprendiendo que nosotros también fuimos ofensores.

 

5.     Mantener la paciencia en todas las circunstancias de la vida, pensando que todo acontecimiento puede ser aprovechado para nuestro bien y de los que nos rodean.

 

6.     Contactar en un diálogo abierto con nuestros hermanos superiores.

 

7.     Entregarnos a la meditación, en busca de conocimiento de nuestro Yo Superior y el encuentro con nuestro Maestro.

 

8.     Ausencia de los deseos del mundo. Que los deseos no turben nuestra mente de forma que nos alejen de nuestro objetivo en la vida que es servir al Padre y a nuestro Señor, y en su nombre a nuestros hermanos.

 

 

AL FINAL DE LA JORNADA…

  

-       Reflexión sobre nuestra labor.

-       Dar gracias a Dios, al Maestro y a nuestros hermanos superiores.

-       Pedir humildemente luz para recordar los sueños y fuerzas para perseverar en el camino de la Luz.