Cambié un trono del mundo
por un amanecer de luz,
y cuántas almas quedaron atormentadas
por ese mi proceder.
No comprendían que era necesario
para hacer fructificar la mies
en un futuro no muy lejano
por ese mi sacrificio tener.
No comprendían cuáles eran mis pasos,
ni cuál era mi conocimiento más fiel,
pues estaban muy apegados a lo humano
y no comprendían la fuerza de mi Fe.
Yo hablaba siempre para las almas
y ellos no me podían entender,
estaban demasiado encasillados
en el entorno en que se podían mover.
Y mi alma sufría por ver
su futuro padecer,
y esa fue mi mayor alegría
cuando por fin les vi renacer.
Pasaron los siglos
y las almas pudieron progresar,
y los que eran míos
hoy se ven como Maestros de la Verdad.
Van sembrando mi enseñanza
por donde es de necesidad,
y entregando con templanza
la sementera de mi amar.
Mundo cruel y despiadado
que no puede ni siquiera alcanzar
a ver esa luz que irradio
sobre la humanidad.
Están tan ensimismados
en lo que les puede el rodear,
que cuesta mucho sacarlos
para que eleven su mente al más allá.
A ese horizonte amoroso
donde el sol resplandeciendo está,
mostrándoles el camino hermoso
que ha de recorrer la humanidad.
El cambio ha de ser traumático
para todos aquéllos que así caminando van,
pues le va a llegar de inesperado
y no lo podrán asimilar.
Tendréis que ser vosotros que estáis preparados
los que les podáis ayudar,
para que retornen a ese camino amado
donde hace tantos tiempos les pude enseñar.
¡Continuad pues mis ovejas
sembrando el bien por todo lugar,
sin importar lo que os digan,
ni lo que os puedan despreciar!
¡Sed como un Astro radiante
que siempre iluminando está,
por mucho que lleguen vendavales
que lo quieran el apagar!
¡Vosotros firmes como la roca,
como obreros míos que sois,
para que llegada la nueva hora
seáis el punto fuerte donde se agarren con fervor!
Y les encaucéis con rumbo firme
hacia ese nuevo puerto de amor,
donde todos se vean invencibles
al sentirse como h jos d que son de Dios.
¡Venid ovejas mías!
¡Venid a este mi abrazo genial!
¡Venid para entregaros la vida
en una nueva forma de mirar!
¡Donde no haya oscuridades,
sino un resplandor sin igual
que les ilumine a cada paso
para que no tropiecen ya jamás!
¡Acudid a mi llamado
os digo una vez más,
para ir todos juntos de la mano
hacia ese nueva alborada
de luz, de amor y de eterna Paz!
Os ama vuestro Maestro fiel… Jesús de Nazaret.