Hermanos que estaban en la oscuridad 

 

Dicen dicen. Dicen sin parar…

¡y no nos dejan ni un momento

a ninguno descansar!


¿Qué tormento es éste

que las palabras constantemente pueden llegar?

que parecen un torrente

y son las mismas, ¡No pueden variar!


"Que amemos a Cristo,

que amemos a Dios,

que nos miremos por dentro

aunque nos dé horror."


"Que todos somos pecadores,

que todos podemos caminar

cuando miramos al Rey de los amores

que es… ese Jesús Celestial."


"El que siempre nos ha amado,

el que siempre nos vertió

las mismas enseñanzas

entregadas por su Padre Creador."


"Que os améis unos a los otros

como Yo os pude enseñar…"

¡Esa es la cantinela

que nos llega sin parar!…


¡Y el caso es que nos llega hondo!

Ya casi… aunque no hablen,

parece que nos pueden brotar

de ese nuestro pensamiento

las mismas palabras sin par.


Es como una torrentera,

que tanto te puede atronar…

que aunque te marches de su vera,

aun lejos, constantemente te puede sonar.


Casi te salpica,

¡Casi te dan ganas de volverte a secar!

¡pues así nos pasa a nosotros

con esas palabras que nos llegan de par en par!


Y es una vez y otra, ¡Y otra vez más!

y es que no se cansan,

¡No sé dónde va a llegar!

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Dicen que a salvarnos.

Dicen que a llevarnos a otro lugar.

Que ya por estos andurriales

muchas vueltas pudimos dar.

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Eso es cierto, os lo aseguro,

que vueltas… muchas podemos dar,

pero como no encontramos otra descubierta…

¡Pues otra vez, a vueltas el dar!


Seguiremos caminando, hasta que algo…

nos pueda llamar la atención,

pero me dicen,


“que si no son suficientes las palabras

que nos llegan de todo rincón”


“Que ya es mucho el tiempo perdido,

¡Que es mucho el camino a recorrer!

Que empecemos desde ahora mismo

a mover en otra dirección nuestros pies”


¿Y qué camino es el que llevamos

y a dónde hemos de acudir

si aquí nadie sabe nada

más que llorar o reír?


“Que sigamos a ese Niño

que buscándonos está.”


- ¡Pero si sólo es un chicuelo!

¿Qué es lo que por nosotros puede hacer?


Me dicen: “que es un mensajero.

Que allá arriba hay más,

y que nos llevarán en un vuelo

a otro lugar.


Pero que pidamos perdón al Padre,

que pidamos perdón a Dios,

y a nuestro Señor Jesucristo

que es nuestro Salvador”.


- No comprendo mucho

lo que a mí me puede llegar,

que parece una pesadilla

pero todas las palabras son igual.


Se repite y se repite

y se vuelve a repetir…

y el caso es, que ahí hay un chiquillo

que señas nos puede hacer.


Pero es tan pequeñito…

¡Qué pena me da acercarme a él!


si apretujamos un poco

le podríamos espachurrar,

pues es tan pequeño…

que no sé lo que hacer.


Quizá sea una tontería

lo que yo pude pensar,

pero dicen “que no es cosa mía”.


¡Es verdad! ¡ese niño se mueve!

¡ese niño… se puede acercar!

¡y se hace grande y pequeño!

¡qué cosa tan singular!


¡Eso sí que me llama mucho la atención

a mí y a todos los demás!,

pues nunca hemos visto otra cosa

que se pueda parecer,

¡ni que sea cosa igual!


¡Mira! ¡uff! ¡si ahora es hombre!...

¡qué grande puede el ser!...

¡qué emanación sale de ese ser!...

¡Mirar! ¡ahora es mozalbete!...

¡qué luz puede tener!...


¡que mira, yo me marcho…

y que sea lo que tenga que ser!

¡Es que no lo aguanto!...

¡qué luz puede desprender!...

¡y qué dulzura tienen esos ojos

que todo lo puede enaltecer!...


¡Vámonos! ¡vámonos todos!

¡vámonos corriendo sin parar!

¡pero tened cuidado! ¡no tropecéis,

no se vaya a hacer chiquitito otra vez!

¡Tened mucho cuidado! ¡veniros todos!


Y… ¡sí sí! ¿Primero pedimos perdón?

¿de rodillas?... ¿de rodillas?


¡Perdónanos Padre Amor,

que todos somos pecadores,

que todos malos podemos ser,

pero ese niño de nuestros amores…

¡qué grandes los ha despertado en mi ser!


¿Quién eres tú pequeñuelo

que tanto nos puedes amar,

que no has abierto la boca

y… ¡qué ansia de poderte amar!

y a todos nos pasa lo mismo…


¡Si es Cristo!... ¡nuestro Jesús Celestial,

que ha pasado tanto tiempo…

que de pequeño, se ha hecho grande

esperándonos el llegar!


¡Pues aquí estamos!

¡donde nos quieras el llevar...

y pedimos perdón a nuestro Padre

y a nuestro Jesús Celestial!


¡Que sólo queremos estar a su lado!...

¡que sólo queremos caminar en pos de Él…

y que se olviden todas nuestras maldades!

¡Por favor, que así sea Padre mío!


¡Perdón!...¡perdón!

y nos vamos todos en pos de Él,

que va dejando una estela de luz

para no podernos perder.


¡Gracias Jesús mío!

¡que tanto oí hablar de Ti…

que nunca te he creído

hasta que no te he visto ante mí!


Me he quedado tan saciado

y tan prendido de Ti…

que pido a mi Padre amado

que me deje de ahora en adelante

hablar a los demás de Ti.


¡Que eres el Amor!...

¡que eres la Luz y la Esencia

por donde puedes pasar,

y que se remueven todas las conciencias

sin que tu boca pueda el hablar!


Que por Ti habla tu presencia,

tu mirada sin par…

¡Y grita mi conciencia, porque sabe,

que Tú eres el Gran Avatar!