El Delfín, el Amigo del Hombre


En ciertos lugares, tenían la costumbre de llevar a bordo del barco, en sus viajes, algunos animales, sobre todo monos. Ocurrió que un barco cargado de productos comestibles, llevaba a bordo tales animales.

Una fuerte tormenta desmanteló el barco y se hundió. Muchos hombres hubieran perecido en el naufragio de no ser por los delfines.

En efecto, los delfines siempre han sido muy amigos del hombre y en esta ocasión lo demostraron, pues montaban sobre su lomo a cuantos podían y les dejaban en tierra firme.

Uno de los monos que iba en el navío, quiso aprovecharse de su parecido con la especie humana para también salvarse. Uno de los delfines le confundió con un hombre y le dijo que se montara en su lomo, cosa que el mono se apresuró a hacer. Cuando ya llegaban a tierra, el delfín preguntó:

-¿Eres de por aquí?

-Sí, soy uno de los personajes de esta ciudad.

-Entonces, ¿Te conocen bien?

-¡Mucho!, si tienes necesidad de algo, pregunta por mí en cuanto llegues; cualquiera te dirá la casa donde vivo. ¿Puedo hacerte algún favor? El alcalde es hermano mío.

-Está bien, muchas gracias. ¿Y el Pireo? ¡Supongo que lo veréis cada día!

El Pireo es un puerto, pero el mono, en su ignorancia, lo confundió con el nombre de una persona y dijo, creyéndose grandioso y superior:

-¡Ah, sí! ¡Cada día le veo!, ¡Precisamente es familia mía!

En cuanto el delfín oyó esta respuesta, comenzó a reírse a carcajadas; miró a su carga y se dio cuenta de que era un mono; le echó al agua, yendo de nuevo al barco para salvar a más hombres.

El animal de nuestro cuento actuó como muchas personas, que hablan de ciertas cosas cuando en realidad no tienen ni idea de lo que hablan. Cuando uno muestra su ignorancia, en algunos aspectos podrá ser instruido por otros; pero si uno se enorgullece sin tener motivo, nunca podrá aprender, sino que cerrará todas las posibilidades que de ello tendría.