A lo largo de nuestra vida nos llega el momento de progresar espiritualmente, y a veces, cuando menos lo esperamos, estamos conducidos por nuestro Ángel. A través de este Ángel veremos la transformación de todas las cosas de la Tierra a una sola: "La Eternidad". Sentiremos que lo más importante es la evolución del espíritu, que la verdad está más allá de lo cotidiano, que nada se acaba, que todo vuelve a nacer. Que hay vida después de ésta, aquí y en otros mundos, donde se puede sentir a Dios con más nitidez.
El ángel que llevamos nos está tocando el espíritu, nos hace pensar que está próximo nuestro cambio, que las tinieblas desaparecen dejando paso a la luz para trabajar nuestro ser interior… y
no hay duda que haciéndolo, encontraremos todas las respuestas que siempre hemos buscado.
Ya ha sonado la campana, hemos empezado a ver. Nos sostiene la Fe y la compañía de nuestro Ángel. Él hace nuevos surcos en nuestros pensamientos y ha plantado la semilla del Amor. Nos presenta las flores del crecimiento. Son muchas, las tenemos que esparcir en nuestra vida diaria, colocando cada una en cada cosa que hagamos. Ellas nos ayudarán a ver el rincón más profundo de nuestro corazón.
Tenemos que meditar todos nuestros pasos diarios por la vida. Él nos orientará porque está quitando una venda que cubría nuestros ojos y, poco a poco, nos deja pasar la luz. La tranquilidad brotará dentro de nosotros. Vamos a llegar con Él al gran despertar del alma. Saldremos de ese sueño que nos ha mantenido en un letargo tanto tiempo. De pronto, un día oiremos las palabras de un Niño como gotas suaves en nuestro oído que nos harán estremecer de emoción.
¡Por fin vamos a tocar otro mundo distinto del que estamos!. El sentimiento es otro, la vibración y la luz nos arropa, nos hace crecer, nos sentimos fuertes y ante todo humildes, comprensivos y esperanzados. Empezamos a evolucionar y, de ahí en adelante, ya no pararemos.
