Estamos en la escuela de la Vida
Claves Espirituales

 

        Nosotros, los hombres, estamos por tanto en la Tierra, en esta escuela de la vida, para aprender lo que necesitamos tanto en esta existencia como en el más allá, la aplicación de las Leyes Divinas.

 

          Estamos en la Tierra, la escuela de la vida, para irnos preparando para el paso al más allá, de manera que, después de nuestro fallecimiento, los seres luminosos puedan recogernos y conducirnos a esferas más luminosas.

 

         Estamos en la Tierra, la escuela de la vida, para ir captando y reparando en esta encarnación lo que nos quieren decir los días, las horas, los minutos y los segundos. ¡Sí!, incluso los instantes.

 

            Estamos en la Tierra, la escuela de la vida, para perdonar a nuestros semejantes.

 

       Estamos en la Tierra,  la escuela de  la vida,  para reparar  aquello en  lo que hemos  fallado en las encarnaciones anteriores y nos hemos ido cargando en esta existencia terrenal.

 

        Estamos en la  Tierra,  la escuela  de  la vida, para  aprender  a  aceptar  nuestros  padecimientos  y enfermedades, y con ello, aprender qué nos ha conducido al sufrimiento y a la enfermedad para eliminarlo.

Pensemos esto: en la enfermedad está también la llave de la salud. El portal hacia la salud se abre cuando eliminamos las causas reconocidas que han llevado a la enfermedad. Solamente los medicamentos no disuelven nuestro comportamiento erróneo. Pueden traer alivio al cuerpo, pero la sanación completa se lleva a cabo a través del alma.

 

         En la escuela de la vida, en la Tierra, hemos de experimentar, aceptar y realizar las Leyes Divinas, de manera que nos liberemos de todo lo que hemos traído a esta encarnación de las encarnaciones anteriores y consigamos también la liberación de las causas que hemos sembrado en esta encarnación. Quién domina la escuela de la vida, Tierra, cumple también las legitimidades divinas, y con esto, ha ido preparando ya, en la existencia terrenal, su vida en el más allá para que sea agradable y luminosa.

 

            El camino del alma conduce, a través de Cristo, a la Luz Eterna. El que acepta y acoge a Cristo, cumple las Leyes del Amor y de la Sabiduría y adquirirá la madurez suficiente para superar la rueda de la reencarnación. Por lo tanto, estamos en la Tierra para volver a ser divinos.

 

           ¡Atentos todos y aprovechemos el tiempo!.  Dios, nuestro Padre Eterno, cuyos hijos somos, nos envió a su Hijo que fue nuestro redentor: Cristo. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie llega al Padre si no es a través de Él. El que se orienta a Cristo mediante el cumplimiento de los Diez Mandamientos -el extracto de la Ley Eterna-, esforzándose en vivir desinteresadamente, vivirá cada vez más en Cristo y desembocará en la corriente divina para vivir como un hijo de Dios, nuestro Padre, y verle cara a cara.