Selvas de Luz

 

          Al alba, justo antes de que salga el Sol, innumerables estorninos se encuentran entre las ramas de los árboles, y como locos, gorjean todos juntos. Es un ritual que se repite también por la noche, después de que el Sol se oculta tras el horizonte. No sé lo que dirán, pero su canto es un creciente frenesí… Parece expresar la alegría y la belleza de la vida, y durante esos instantes intermedios entre el día y la noche, invita al alma que se detiene a escucharlos.

 

          Durante ese mágico momento en que la luz todavía permanece en el cielo, antes de que llegue la noche, el alma atraviesa el aire intentando retener, todavía por un momento, los últimos rayos de Sol que iluminan de rosa y de naranja las nubes blancas como de nieve; y durante ese revoloteo, canto de amor a la vida y al mundo, atento a la eterna e incesante pasión creadora en la que la paz y la armonía se funden en un "tío vivo" perfectamente equilibrado. El canto, como la vida misma, late con una profunda alegría, y en un coro de gratitud al Padre Celestial te invita a unirte al magnífico concierto en el que canta todo el Universo.

 

       No veáis en el crepúsculo la tristeza de un día que se va, porque el día ha sido vivido plenamente. Durante su breve aparición, ved un momento de esplendor, una puerta mágica que se abre durante unos instantes sobre el infinito y sobre unos mundos de inconmensurable belleza… y ved también, el alegre baile que saluda y recibe con agrado a la noche que está a punto de llegar.

 

         Este momento de agradecimiento y esa plegaria de recogimiento en el reposo es lo que, suavemente, nos aporta la noche.

           

      Quizá sea esto lo que hacen los estorninos durante el crepúsculo : 

     ¡Cantarle un himno a la vida!