Un camino en el horizonte
y un Niño en su caminar
va dando sus pasitos quedos
pero alegres en su andar.
Todo en él es inocencia,
todo en él pureza y verdad
porque descubre la grandeza
que le puede envolver en su caminar.
No tiene límites en su mente,
¡no tiene límites en su caminar!
sólo deja que su corazoncito refulgente…
¡goce, de todo cuanto ve en el caminar!
Va metiéndose dentro de su cuerpecito
¡todo aquello que puede vislumbrar
y se une en todo instante
en aquello que sus ojos gozan sin parar!
La grandeza de los árboles,
la experiencia sin igual..
de ver volar a una mariposa
con ese dulce tremolar.
El trinar de los pajarillos,
¡las montañas en su caminar!
todo se aúna en su seno
Y sólo dice sereno:
¡Dios me puede rodear!...
¡Qué bonito es el Niño!
¡Cuánta sabiduría puede exhalar
cuando reconoce en todo instante
que Dios…le abarca sin parar!
Y le rebosa en su cuerpo,
y le envuelve en su amar…
y le entrega para su gozo el camino,
la montaña, la vereda, los árboles,
las rocas, las flores… y el aire,
para que su alma se nutra sin parar
de esa esencia que El Padre ha vertido
para su alimentar.
¡Camina pequeñuelo!
¡Camina sin parar!
¡Que ya no hay ningún señuelo
que te pueda el alterar!
¡Sigue con tus pasos quedos
caminando sin parar…
y sintiendo en tu seno
que El Padre te abraza
con todo lo que es vida en ese tu deslumbrar!
Que te envuelve, que te ama,
¡que te entrega su aroma sin par!
y te dice en cada latido: - ¡sigue, sigue,
que estás a punto de unirte a la Inmensidad
Con el conocimiento tan bello
que lleva tu corazón!
Por eso, camina, camina sereno
y siente en tu seno la Vida de Dios