Los ángeles son espíritus puros, mensajeros de Dios entre Él y la Tierra, portadores del pan del Amor y de la Sabiduría de todos los tiempos.
Su presencia es infinita, están en todas partes y sobre todo, en lo más profundo de nuestros pensamientos. Nos transmiten Fe y Esperanza. Son guardianes de nuestro corazón, y cuando éste se ha desbordado por el más profundo sentimiento, ellos nos ayudan a recuperar la fuerza que nos falta bañando nuestra alma con el agua de la purificación y haciendo que nuestros deseos más grandes puedan más tarde hacerse realidad. Ellos son el manantial del mundo, los que dirigidos por Dios refrescan nuestra vida. Son nuestros servidores más fieles.
Poned vuestros sentidos en marcha -sin decir que no lo estén-, porque oiréis muchos mensajes a diario. Haced un alto en el camino en vuestras tareas y escucharéis su voz.
Los ángeles son más que la transparencia de la luz, apenas se ven pero es inmensa su presencia cuando tenemos la sensación de sentirlos a nuestro lado, y hay algo que de pronto se condensa, toma forma y se hace casi tangible en nuestro entorno. Es la esencia de ellos.
La Creación es el canto de los ángeles, es la música de Dios a través de ellos. Manifestad vuestros deseos más difíciles porque serán bien presentados en otras dimensiones.
El Amor es el más bello cometido de su trabajo, es una forma de ayudar a los que profesan ese gran sentimiento a niveles generales. En todo momento embellecen transmitiendo comprensión y hacen que fortalezca la bondad y la dulzura en cada uno de nosotros.
Llamad siempre al Ángel del Amor para que él os ayude a sentir esos momentos maravillosos, donde todo nuestro interior es guiado por un estado especial capaz de atravesar lo imposible, las barreras más grandes donde, detrás de ellas, se encuentra el gran bienestar de nuestra alma. Y todo tiene su sentido, porque mirado con amor todo cambia su color.
La mano de nuestro Ángel nos ayuda, su mensaje va directo a nuestro espíritu, al punto más profundo donde, a veces, no podemos llegar por nosotros mismos.
Tenemos que ser persistentes y llamarlo muchas veces. Él tiene un largo recorrido por todo el Universo. Basta con desearlo abiertamente: quedarnos en silencio, un silencio donde sólo se oiga nuestro corazón en un suave recogimiento. Si así lo hacéis una y otra vez llegaréis a interpretar sus palabras.