Acerca del celibato.

El camino del peregrino

 


 

           Si una persona  es célibe sea  cual  sea el motivo,  es  así por el  camino de  evolución elegido por ella misma, o por la ley de siembra y cosecha. Que sea célibe puede ser por ejemplo, el resultado de que en vidas pasadas, haya causado cosas que en esta existencia terrenal se hacen efectivas y con las que ahora tiene que cargar para que su alma madure.

 

            Si una persona deshace su matrimonio, o no contrae matrimonio para alcanzar con ello el Reino de los Cielos, entonces, se está engañando, está atada a conceptos, opiniones y reglas erróneas.

 

            También, quien permanece célibe porque le es ventajoso, está pecando contra la Ley de la Unidad. En verdad os digo: La unión de dos seres fue establecida por Dios en el Cielo. La unión de dos seres espirituales es llamada “dualidad”.

 

            En la Tierra, la unión de dos personas se llama matrimonio o pareja. La unión de dos seres espirituales o de dos personas es al  mismo tiempo una alianza con Dios y significa cumplir juntos las Leyes de Dios, del amor y pureza divinos. Quien no respete esta Ley contraviniendo la unidad en Dios, por ejemplo por infidelidad, o por pretender que el otro sea una posesión suya, está oponiéndose a la Ley del amor desinteresado.

 

         Quien cree poder llegar al cielo mediante el ser célibe, cierra el cielo para sí mismo. Ve el matrimonio como una profanación porque en éste sólo se fija en lo humano, en lo pecaminoso.

 

       Quien no reconoce en el matrimonio la Ley Divina, se fija en sus propias debilidades y pecados, y degrada con ello lo que Dios ha establecido: la unión de dos seres humanos que debe ser igual a una alianza en y con Dios.

 

             Comprended: 

 

Nadie puede alcanzar el Reino de los Cielos si no trabaja para conmigo, el Cristo.

 

Transformar lo humano en espiritual divino, lo mismo es válido para los matrimonios que para los célibes.